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miércoles, 2 de noviembre de 2011

El barón rampante

-----También yo-respondió Cósimo-, vivo desde hace muchos años por unos ideales que no sabría explicarme a mi mismo----. --- Pocas veces me entran unas ganas tan tremendas de recomendar a un autor o un libro determinado, de decir de una u otra forma "¡Aqui está esta obrita genial!, ¿por qué no la conoce todo el mundo?, hoy que terminé de leer "El barón rampante" de Italo Calvino me ocurre algo así. Narra la historia de Cósimo Piovasco de Rondó, que a partir del 15 de Junio de 1767 hasta su muerte, ya entrado el siglo XIX, toma la determinación, con una invencible obstinación, de vivir sobre los árboles. Bueno, todo empieza por las desaveniencias con su padre el barón de Rondó y las excentricidades de su hermana, pero de ahí no diré más. El libro es toda una odisea sentimental, entre el realismo mágico y la magia realista, la vida de Cósimo vista a través de los admirados y añorantes ojos de su hermano menor quien narra la historia (casi todo el tiempo) en la nostalgia de contarnos sobre un mundo que ya no existe, una época pasada en donde una persona podria ir desde un país a otro y no ver más que árboles. El barón de Rondó no deja de estar en contacto con su mundo, es más, tal parece que el vivir entre las ramas lo hace estar aún mas en contacto con su tiempo y su realidad, su vida aventurera transcurre desde la juventud hasta la vejez y sus acciones y su forma de pensar van cambiando tan coherentemente que uno se imagina haber leído una vida completa. Leer este libro es un gozo, léanlo en un parque bajo los árboles o en un lugar donde la luz del sol de manera otoñal descienda lentamente, a fin de cuentas la vida no está entre muros, como dice Cósimo "¡Si construyes un muro, piensa en lo que queda fuera!".

miércoles, 23 de febrero de 2011

Palinuro de México

por José Roberto Cruz Núñez


¿Alguna vez has caminado por las calles del centro de la Ciudad de México? ¿Te has maravillado de sus antiguos edificios? ¿Alguna vez te has detenido a la mitad de estos callejones y mirado atónito cada pliegue de sus hermosas puertas de madera tallada? ¿Has imaginado la cantidad de personas e historias que se habrán urdido día tras día desde que se levantaron del suelo sus paredes? ¿Alguna vez has perdido el sentido del tiempo medido en décadas, en siglos, en eras, y de pronto te has visto envuelto en una atmósfera tan desconocida y a la vez tan cercana?

La novela "Palinuro de México",
edición de Plaza & Janes
Fernando del Paso (México, 1935) escribe páginas fantásticas que envuelvan al lector en un halo de misterio y maravilla, de tiempo y espacio reunidos en un punto infinito como el Aleph que presenció Borges bajo una escalera en la Argentina del ya muerto siglo XX. El libro que contiene el punto en que converge todo el universo es la historia de Palinuro (de México). Palinuro fue alguna vez piloto de la nave de Eneas (el de la Eneida) desde su salida de Troya destruida por la guerra que provocó el rapto de Helena por Paris hijo de Príamo. Palinuro sería víctima de un encanto divino que provocaría su naufragio y final asesinato por los lucanos de Italia. Palinuro es símbolo grecolatino del navegante imprudente. Pero ese es otro viejo cuento.

El cuento posterior, el de Palinuro de México, narra la historia de un muchacho que abandonó el estudio de las ciencias médicas para dedicarse a la ilustración y a la escritura de novelas. O mejor dicho la historia de un muchacho cuya familia y amigos, su barrio y su mundo entero lo rodeaba la medicina (literalmente en la Plaza de Sto. Domingo se situaba la vieja escuela de medicina de la Universidad), y que se ha frustrado porque la sola presencia de las podredumbres del cuerpo humano le generan náuseas incontrolables. Palinuro es heredero de aventureros europeos y ex revolucionarios mexicanos y crece en un antiguo palacio porfiriano vuelto hotel, junto a su prima la bella Estefanía.
Palinuro, el de México, es un esquizofrénico amante de las letras, un joven enamorado del arte, enamorado del mundo, de las aventuras, de la ciencia, de la amistad, y sobre todo, sobre todas las demás cosas que llenan el universo, un hombre enamorado de Estefanía, la bella niña convertida en mujer, la inocente y la puta Estefanía de ojos azules.
 
Fernando del Paso
Palinuro vivirá los eventos políticos y sociales que cambiaron la historia del México contemporáneo en 1968. Y entre páginas bellas y grotescas (como buen heredero de la tradición gargantuesca iniciada por Rabelais en el siglo XVI, y que tiene sus afluentes --quizás-- en el hilarante satírico Luciano de Samosata) serán creados y luego destruidos todos los objetos y eventos del universo.

Palinuro de México fue escrita a lo largo de 10 años, concluida en 1977. Por ella, la Casa de las Américas, en Francia, le otorgó el premio como mejor novela extranjera (1985).


Personalmente, considero esta novela como una de muy difícil lectura, porque requiere de tiempo y dedicación para investigar la inagotable cantidad de referencias culturales que hacen que la obra extienda sus fronteras más allá de sus (alrededor de) 1000 páginas y sus cubiertas de plástico, y que abarque al mundo  real, el mundo externo, tocando todos sus olores y sus sabores, sus texturas suaves y filosas, abarcando toda su historia universal.

Una novela recomendable, por demás, para lectores ambiciosos que quieran extender su mente a los confines de lo moral y metafísicamente imaginable.